sábado, 13 de octubre de 2012

Frankenweenie



Salvo el tropiezo que fue Alicia en el País de las maravillas en el 2010, las últimas películas de Tim Burton (Sombras tenebrosas, Sweeney Todd y El cadáver de la novia) poseen —para beneplácito de sus fans— los elementos que hicieron de sus primeras cintas una filmografía sui géneris. A la primera lista se agrega este otoño Frankenweenie, obra autorreferencial y probablemente la más autobiográfica de su carrera.




         La premisa es tan sencilla como conmovedora: tras la muerte de su perro, Víctor Frankenstein desentierra a su mascota para traerla de nuevo a la vida usando como inspiración su clase de ciencias. Pronto otros niños descubren su secreto e imitan el proceso que desata el caos en el pequeño pueblo que habitan.

         Personajes extraños y marginados; iconos de las viejas películas de horror y un negro sentido del humor están presentes en esta cinta animada que es ya un nuevo clásico Burtoniano. Igualmente notable es el trabajo actoral de viejos conocidos del director: Winona Ryder, Catherine O´Hara, Martin Short y Martin Landau, a los que se unen jóvenes como el genial Atticus Shaffer.

         Mención aparte merece el personaje del profesor Rzykruski (M. Landau) que, además de inspirar al pequeño Víctor, fustiga la concepción que muchos estadounidenses tienen de la ciencia ("la gente sólo quiere de la ciencia sus productos, no sus interrogantes"). Si bien la cinta se mueve en los terrenos de lo sobrenatural, en el fondo, junto a los temas de la amistad y la muerte, también yace la curiosidad científica inherente a los años de infancia. En un país primermundista como lo es Estados Unidos en la que muchos ciudadanos consideran el calentamiento global o la evolución como falacias, el comentario de Mr. Rzykruski convierte a esta cinta en un producto que va más allá del mero entretenimiento. Un total acierto de su director.

Mr. Rzykruski


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